Llevo muchos meses ausente del blog, me limito a pasarme de vez en cuando para leer desde aquí entradas de otros blogs y... cada día me resulta más difícil escribir algo interesante; por eso me doy la vuelta y, con las mismas que he entrado, me salgo sin haber aportado nada nuevo (un día haré una entrada sobre este tema, a ver si de este modo encuentro la causa y, al mismo tiempo, la solución a esta sequía de ideas).
Pero hoy es distinto, hoy no tengo más remedio que hablar de un hecho que ha sacudido bruscamente todo mi cuerpo y mi alma. Es algo que, lamentablemente, no es la primera vez que ocurre y que demuestra lo inconscientes y dañinas que pueden ser a veces las personas, especialmente los/las jóvenes que deben creer que les está permitido todo.
En la tarde de ayer alguién publicó en twitter imágenes y comentarios burlescos e insultantes sobre personas con distintintas capacidades de la ciudad donde vivo. El autor/a de los hechos parece ser que por aburrimiento o por llamar la atención no encontró nada mejor que dedicarse a estigmatizar y denigrar a pesrsonas concretas y conocidas por todos los que aquí residimos. Gracias a Dios, mi hijo no aparecía entre ellas, pero el daño ya estaba hecho, porque el dolor y la indignación que hemos sentido ha sido enorme.
Llevamos muchos años de lucha, de esfuerzo, de trabajo para ir conquistando la igualdad para todos, años de no parar de derribar barreras físicas y mentales, de componer pieza a pieza el puzzle de la diversidad y la normalización, a base de integrar a nuestros hijos en todas y cada una de las actividades que cualquier persona realiza diariamente. No hemos parado de exponer a nuestros hijos/as para que un día no muy lejano, la inclusión sea una realidad; no los hemos protegido entre cuatro paredes, al contrario, por medio de ellos hemos dado visibilidad a la discapacidad, le hemos puesto cara, la cara de nuestros hijos/as, mientras tratabamos de reconquistar sus derechos, convencidos de que es la única forma de conseguir un mundo mejor y más justo. Y, de repente, alguién ajeno a todo esto y, presumiblemente, carente de valores, utiliza caprichosamente sus imágenes para reirse de ellos.
La persona autora de los hechos (no quiero dar datos concretos) ha causado un inmenso dolor en todas y cada una de las familias que tenemos algún miembro con distintas capacidades y nos ha hecho sentir que retrocedíamos muchos años atrás en el reconocimiento de los derechos que, como cualquier persona, tienen. Solo el tiempo nos dirá si esto es simplemente una percepción o tal vez, nos veamos obligados a recorrer de nuevo un camino que ya creíamos tener andado.
Estamos en una época del año en la que todos nos deshacemos por trasladar deseos de felicidad a nuestros semejantes, sin embargo ha habido alguién que no nos ha enviado PAZ, ni ALEGRÍA, ni FELICIDAD, sino todo lo contrario, nos ha inundado de desasosiego, tristeza e infelicidad. No sé que burdos argumentos tendrá para hacer lo que ha hecho; yo no quiero ser juez ni verdugo, solo hablo desde los sentimientos y el corazón de una madre que lleva en esta lucha más de veinte años y, la verdad, no encuentro explicación.
Por sacar algo positivo de todo esto, puedo decir que la respuesta de condena de estos hechos ha sido unánime y espontánea por parte de toda la población; han sido muchos los jóvenes que han manifestado su desaprobación y rechazo mediante críticas y argumentos en favor de las víctimas, vaya desde aquí mi aplauso y agradecimiento para ellos. Esto me lleva a pensar que la mayoría está sensibilizada con el tema y son excepcionales los comportamientos discriminatorios y estigmatizantes, que dejan en entredicho a los autores de los mismos.
No sé en que va a terminar todo esto, ya que los hechos se han producido en fin de semana y ello va a permitir que el tiempo sosiegue un poco lo ánimos, pero no hay vuelta atrás; el daño ocasionado no se puede borrar, no hay nada que pueda devolver a estas personas su autoestima ni en general a todo el colectivo agredido su imagen anterior. Quiero creer que el que lo ha hecho no se ha parado a pensar no solo en el daño, sino en las consecuencias que esto puede tener. Espero que aunque tarde, se haya dado cuenta del gran error que ha cometido. y del sufrimiento gratuito que ha ocasionado en tantas familias, incluida la suya propia.
Quiero terminar con una frase muy significativa y sabia
LA VIDA ES UN ECO, LO QUE ENVÍAS REGRESA...