En los tiempos que corren es frecuente encontrar publicaciones que utilizan las palabras autismo
y autista en tono peyorativo y con intención descalificadora. Una vez más, ahora a cuenta de la huelga del pasado día veintinueve, se ha caído en esta moda que tanto daño hace a las personas con autismo y a sus familias, porque da una idea errónea de este trastorno a la vez que descalifica a las personas con autismo. Pero también es verdad que cada vez son más las personas que alzan su voz para acabar con este uso estigmatizante del lenguaje. En esta ocasión MARÍA DEL PINO FUENTES DE ARMAS ha escrito en el diario Abc de Canarias la siguiente columna.
Ignacio Camacho titulaba su columna de opinión del pasado miércoles en el ABC, denominada «Una raya en el agua», con la desafortunada expresión: «Huelga Autista», calificando además, en el interior del texto, esta jornada de lucha social como un «órdago autista». Me van a perdonar, pero aunque no soy quién para enmendar el oficio de ningún escribano, creo que este titular ha sido bastante inadecuado, incluso insultante, impropio de un caballero acostumbrado al buen uso de la palabra. Puede ser, —o al menos eso quiero pensar—, que los rigores de este otoño cálido y la intoxicación informativa respecto a los pros y los contras de la convocatoria, sean los causantes de la falta de propiedad con la que se expresa el Sr. Camacho, dejando así patente o una carencia total de sentimientos y emociones, o un mal uso del lenguaje, pero siempre dejando entrever que tiene una idea completamente errónea de esta patología.
Confieso que hasta hace un par de años sabía muy poco o casi nada del autismo, pero siempre he tratado con respeto a las personas que presentan rasgos diferenciadores, pero a raíz de colaborar con la Asociación de Padres de Niños Autistas de Tenerife (Apanate) y descubrir a una serie de progenitores peleones con la vida, pero sobre todo llenos de amor para con esos campeones, sus hijos, que luchan por comunicarse, he aprendido que el autismo es un conjunto de síntomas y que no hay dos afectados iguales. Se trata de un trastorno del desarrollo que produce alteraciones de la comunicación y del lenguaje —sólo habla el 50 por ciento de los afectados—, una falta de flexibilidad mental y de comportamiento, y una incapacidad para relacionarse normalmente con las personas. Pero no es que porque no quieran relacionarse con los demás, es que no saben cómo hacerlo, de ahí que algunos profesionales hablen de la «soledad autista» en referencia al mundo en el que habitan.
La sociedad debe saber que la persona con autismo necesita que todo a su alrededor esté en orden, que las cosas sean repetitivas y rutinarias, de lo contrario siente pánico y puede volverse agresivo y autolesionarse. Su mundo interior no es mejor ni peor que el nuestro, simplemente distinto y sus pautas de entendimiento diferentes, por tanto el reto de la sociedad está en aprender a traducir su idioma mental. En realidad, son personas muy sensibles y frágiles que poco a poco, con afecto y ayuda, pueden ir aprendiendo a traducir el mundo que les rodea, destacando muchos de ellos por su suprema inteligencia, siendo capaces de ejecutar proezas cognitivas espectaculares y llegando, en algunos casos, a aprender a llevar una vida normal. Aunque es necesario aclarar que dentro del autismo hay diferentes grados de afección y que no todos pueden alcanzar las mismas metas.
Pero ante la torpeza de este columnista, usando el término «autista» fuera de contexto, el lector debe valorar la grandeza de los familiares de los afectados cuyo esfuerzo diario puede calificarse de heroico, destacando en cada uno de sus gestos por su devoción infinita y amor desmedido. Los padres y los hermanos de autistas, —y los de tantos otros afectados por síndromes similares— comparten las grandes alegrías de cualquier pequeño avance y reciben las mayores muestras de un amor incondicional y sincero, en estado puro, sin las mediaciones del interés o del oportunismo, por tanto, si yo fuera el Sr. Camacho, me disculparía ante los afectados y sus allegados, pues ya lo dice el refrán: «Hasta el mejor escribano hace un borrón» y «rectificar es cosa de sabios».
Muchas gracias Maria del Pino.
RÍOS DE EUROPA
Hace 6 años
7 comentarios:
Es una cosa de no terminar!!! por mas que una escriba al diario a quejarse y a enviarles articulo sobre el autismo no van a aprender es una lastima qeu nuestra sociedad y sobre todo los periodistas utilicen mal la palabra me da una bronca!!! me pongo muy nerviosa al leer estas cosas, muchos besitos
Le he dejado también mi agradecimiento en los comentarios del periódico.
Y gracias a ti, corazón, por difundirlo :)
Yo también estaba preparando esta entrada, pero no me ha dado tiempo. Gracias por difundirla.
Un abrazo.
Bsos.C.
Hola Juani, soy Hortensia, muchas gracias por hablarme de tu blog, me encanta
joé,acabo de verlo,perdón por el retraso...menuda gentuza,que mala leche me ha entrado...
Sí mariagloria, esto es el cuento de nunca acabar; todos los días hay publicaciones que estigmatizan a las personas con autismo por desconocimiento. Pero seguiremos con la lucha; hay que conseguirlo.Un beso.
Es verdad Cristina es indignante, no me extraña que te entre mala leche. Besos.
Perdona Concha por haberme adelantado. Un beso.
Anabel ya me imaginaba que tú estarías enterada del tema y no lo habrías dejado escapar. Besos.
Hortensia gracias por tu interés. Me alegro que te haya gustado. Besos.
Estás perdonada guapísima!!!
Ya hemos vuelto de vacaciones que hemos ido a Logroño a visitar a la bisabuela Rosa.
Te esperamos por nuestro blog.
Un abrazo gigantEEEEEE!!!!!!
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